domingo, 30 de julio de 2006

Y esta vez, no preguntes de qué depende

Lisa Germano: In The Maybe World
Young God Records / Canción de autor
Sin novedad en el frente. Lo nuevo de Lisa Germano continúa en la senda de su anterior trabajo, Lullaby For Liquid Pig (2003): sin apenas violín ni instrumentos de percusión, el sonido se disuelve en una maraña de teclados y armonías vocales vaporosas, como una cajita de música que comienza a quedarse sin cuerda. Lisa todavía es capaz de ofrecer valiosos fragmentos melódicos (por ejemplo, en "The Day" y "Golden Cities"), pero lo que antes constituía el mayor atractivo de sus canciones, ese constante juego de hallar combinaciones tímbricas más sorprendentes aún, ha dado paso a una elegancia lánguida y un pelín monótona.

En contrapartida, estos son los dos discos más breves de su carrera, con poco más de media hora de duración cada uno. Un detalle de agradecer, desde luego, porque este es un tipo de música que empalaga pronto. Lo cual no quiere decir que Germano haya perdido su talento de la noche a la mañana.

El tiempo ha acentuado si cabe su fascinación por las sonoridades siniestras: en "In The Land Of Fairies", Lisa revisita por enésima vez sus recuerdos de niñez, pero ahora el resultado es tétrico más que reconfortante. Y en el resto de los temas, la amenaza de un ataque de histeria que nunca llega bulle bajo una superficie que transpira sopor en abundancia. El piano cruje con cada melodía triste y anémica, y no queda espacio para ninguna distracción, ni siquiera para los detalles cómicos que aderezan gran parte de su discografía, incluso en su obra más sombría hasta la fecha, Geek The Girl (1994).

¡Pobre conejito!In The Maybe World sorprende poco, y ni siquiera es el mejor disco que Lisa podía haber concebido en este punto de su trayectoria. Pero le augura un atardecer creativo sosegado y digno, y es un álbum que conserva cierta coherencia en sus planteamientos: sería difícil imaginar una representación musical más adecuada para el mundo interior, onírico y depresivo, desde el que retransmite Germano sus letanías. Lástima que en favor de esta creciente identificación anímica Lisa haya tenido que sacrificar la vitalidad, cuando no la magia, que solía caracterizarla.

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2 comentarios:

Jesús Sarmiento dijo...

"la amenaza de un ataque de histeria que nunca llega bulle bajo una superficie que transpira sopor en abundancia"

Maestro, tu capacidad para describirnos la música esa que escuchas es admirable.

Por otro lado, tu gusto por lo breve te llevará a buscar música que responda a tus gustos y necesidades armónicas en tres segundos y 3kb's. En otras palabras: un chute armónico que te trastoque los sentidos y te haga vibrar el alma sin efectos secundarios.

¿Para cuando el TANG musical?

Un saludo, Ayoze, gracias por volver a escribir y por darnos esas musiquillas que siguen bajando... 77, 78, 79%...

Ayoze García dijo...

Vale sí, esa era una descripción un tanto barroca. Pero es que a veces no encuentro otra manera más sencilla de decir las cosas. Tengo una vena retórica que cuando se rebela, se rebela... Y ya se sabe el dicho, escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura. Pero en el mejor de los casos uno se hace una idea.

Eso que dices del chute musical me parece complicado sin sustancias químicas de por medio: gran parte del atractivo de escuchar música está en identificar sin darnos cuenta su estructura, y para eso hace falta la presencia de elementos que se repitan en el tiempo. Por debajo de medio minuto, creo que es difíl escuchar una canción sin percibirla como incompleta.

Quizá el punk sea el género con una duración media de los temas más cortos: una canción que siga los patrones básicos del género se vuelve aburrida si supera los dos minutos y medio. Hay un grupo de los ochenta, los Minutemen (hombres del minuto), que hacían gala de la brevedad de sus temas hasta en su nombre, aunque su vocabulario musical iba mucho más allá que el de cualquier banda punk corriente.