- Los incompletos: no tiene perdón que el All The Best! de Paul McCartney obviara "Maybe I'm Amazed", su mejor tema en solitario, por mucho que no se haya editado como sencillo.
- Los redundantes: aplicables sobre todo a grupos con escaso repertorio. Valga de ejemplo The Best Of Big Star, que incluye 14 canciones sacadas de los dos primeros álbumes del grupo, ¡disponibles en su totalidad en un solo compacto! Y no digamos ya cuando de un mismo músico se sacan veinte recopilatorios prácticamente iguales entre sí.
- Los engañosos: un título como The Best Of Ray Charles carece de sentido si el disco en cuestión se centra en su producción de jazz instrumental, ni de lejos la más importante o representativa del conjunto.
- Los regrabados: comunes en estrellas del primer rock 'n' roll, tales como Chuck Berry y Roy Orbison. Orbison todavía tenía excusa, porque sus grabaciones originales no estaban en circulación, pero normalmente el único criterio que rige es el monetario. Mención especial para las reinvenciones, normalmente muy poco afortunadas: aún siento escalofríos cuando recuerdo la vez que me compré un disco de John Martyn titulado algo así como Solid Air... Revisited. Pensaba, inocente de mí, que sería una reedición de su álbum de 1973, Solid Air. ¡Y no! Aquello eran nuevas versiones de sus temas folk transformados en abominaciones de pop bailable dignas de Phil Collins. Aterrador, ¿eh?
Por supuesto, son muchos los casos en los que los recopilatorios resultan útiles y hasta imprescindibles (The Police son un caso paradigmático), sobre todo cuando queremos conocer por encima un género muy específico y poco accesible, como puede ser el rock de garaje sesentero. Entonces una caja como Nuggets, que recoja una o varias canciones de los artistas más destacados, es de compra obligada. Luego igual acabas buscando hasta debajo de las piedras el debut de los 13th Floor Elevators, pero es lo que tiene.
Admito que para mí son el grupo "de relleno" del cartel, en el sentido de que probablemente no me molestaría en ir a verlos si vinieran solos, pero ya puestos, no dudo que me lo voy a pasar muy bien con ellos. Así que, lo dicho, nos vemos (o no) esta tarde en la sala Aqualung (Paseo Ermita del Santo, 48, al lado del río Manzanares), muy tempranito, a eso de las seis y media. ¡Hasta pronto!
Estos señores con cara de sabérselas todas son The Dirty Three, un trío (violín, guitarra y batería) de rock instrumental, atípico en muchos aspectos. En primer lugar, porque aunque prescinden de cantante, resulta complicado encasillarlos dentro del movimiento post-rock cuyo formato comparten. No son cerebrales en exceso, y apenas se percibe en ellos la influencia del krautrock o el dub, sino más bien de la música hindú, el minimalismo y la Velvet Underground, sin olvidar el jazz acústico.
