domingo, 6 de agosto de 2006

El futuro está en las tijeras

La violinista - obra del pintor cubano Carlos GuzmánAdmitamos como hipótesis de trabajo que la composición musical consiste, en parte, en explorar las posibilidades de cada instrumento. De esto sabían mucho los clásicos, que necesitaban conocer, por ejemplo, los mecanismos de funcionamiento de las partes integrantes de una orquesta: de qué formas puede un violín articular una frase melódica, o los ciclos de respiración de los intérpretes de la sección de viento. Y por supuesto, el órgano, el contrabajo, el saxofón, todos tienen una sonoridad determinada.

De tales condicionantes técnicos y "de carácter" se deduce entonces que la aparición de un nuevo instrumento puede abrir horizontes, e incluso dar lugar a nuevos estilos: la guitarra eléctrica tuvo mucho que ver con el surgimiento del rock & roll en los años cincuenta, a pesar de que algunas de sus primeras estrellas fueran pianistas, como Little Richard y Jerry Lee Lewis.

A finales de los sesenta, una nueva revolución prometía poner a disposición del artista en un solo aparato toda la paleta de sonidos musicales conocidos, y muchos inéditos hasta entonces. El teclado Moog y el mellotron dieron paso al sintetizador, y la música electrónica abandonó los laboratorios acústicos y llegó al ámbito popular. Sin embargo, su uso masivo reveló graves limitaciones: en manos de mentes poco imaginativas, este instrumento ofrecía imitaciones pobres y sin matices, que fueron la base del aberrante "sonido de los ochenta" de Modern Talking y compañía.

Si he hecho este pequeño recorrido es porque quería señalar que una de las vías más interesantes que veo en la música de comienzos del siglo XXI es la composición a través de samples. Ya expliqué en qué consisten hace unos meses en una entrada sobre hip-hop titulada DJs, MCs, R2-D2. Pues bien, esta herramienta (manejada ahora por ordenador, al igual que las nuevas cajas de ritmos) la utilizan también artistas electrónicos como Squarepusher, Spring Heel Jack o The Books. De esta forma consiguen asimilar lenguajes en principio poco compatibles con el suyo, como los del jazz o el folk. Estamos hablando de una forma de hacer música en la que conviven muestras tratadas hasta lo irreconocible (propios y ajenos, de instrumentos, de voces, de toda clase de sonidos), y que a menudo se sirve de los retorcidísimos ritmos del drum and bass.

Amon TobinPero quizá las dos figuras que mejor están explotando este nuevo género aún por definir sean DJ Shadow y Amon Tobin. Su música es electrónica en el proceso, no en el resultado. Discos como Endtroducing... (1996) y canciones como "The Nasty" demuestran lo que se puede conseguir por esta vía, cuyos únicos límites residen en la destreza y la inventiva de cada cual.

Frank Zappa decía que de las orquestas le encantaba el sonido y odiaba a los músicos. En la actualidad, la tecnología pone a nuestra disposición una agrupación virtual de instrumentos, con una variedad infinita y capaz de ejecutar las partituras más complicadas sin quejarse ni pedir vacaciones. La pregunta es, ¿a qué esperan los compositores del presente para familiarizarse con estos métodos?

Más información:
  • Mellotrons, Chamberlins and their sounds - Información sobre este curioso instrumento empleado por numerosos grupos de los sesenta y los setenta para sustituir el sonido de una sección de violines (hay por ahí una lista de los álbumes en los que aparece)
  • Sampling - Artículo de la Wikipedia
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Estoy escuchando:
Spring Heel Jack - "Suspensions"

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