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Pulp - "Lipgloss"
Pulp - "Lipgloss"
Ante todo, fue aquella melodía, que, día tras día, seguía atascada en su cerebelo, lo que le llevó a la locura







No pienso ni por un momento entrar a valorar los méritos musicales del último gran mártir del rock. Sus canciones están bien, pero lo que más me llama la atención de Kurt Cobain es el honroso interés que mostró en vida por promocionar a su intérpretes favoritos, en su mayoría una serie de perfectos desconocidos que sobrevivieron durante las vacas flacas de los ochenta en diminutas discográficas americanas independientes. Si algo tenía el líder de Nirvana, era un gusto impecable para la música ajena: por sus camisetas, declaraciones y versiones en caras B, se sabe que era seguidor de Sonic Youth, los Pixies y Neil Young, pero también de Os Mutantes y del cantautor marginal Daniel Johnston.
Una idea simple, y tan revolucionaria. En décadas anteriores, a casi nadie se le había ocurrido explorar de manera sistemática las posibilidades instrumentales del heavy metal. El grupo del guitarrista Dylan Carlson llevó a comienzos de los noventa esa premisa hasta el extremo, y dio con una combinación a priori improbable: el metal ambiental, lo que ahora se conoce como drone metal, o metal a base de murmullos. Este álbum consiste en setenta minutos de agónicos fraseos de guitarra (con el único acompañamiento de un bajo eléctrico), inconfundiblemente metálicos pero sacados de contexto: en vez de frenéticos o agresivos, Earth suenan meditativos, como si Tony Iommi hubiera encendido el equipo de grabación en pleno trance lisérgico tras mandar a paseo al resto de los miembros de Black Sabbath. El resultado es un heavy metal a cámara lenta que en la actualidad siguen al pie de la letra formaciones como Sunn 0))) o los japoneses Boris.
Today Is The Day se especializan en un tipo de música psicológica y afilada, y han desarrollado durante más de diez años una carrera tan interesante como impredecible. Su líder Steve Austin es, además de un admirador de King Crimson y Black Sabbath, uno de los compositores más versátiles del heavy metal moderno. Y menos mal, porque de lo contrario, las más de dos horas de duración de Sadness Will Prevail, penúltimo álbum del grupo hasta la fecha, serían insoportables por completo. En vez de eso, este mamotreto constituye una verdadera biblia del post-metal, en el que los tonos increíblemente sucios de la guitarra conviven con toques de violín y piano, voces distorsionadas y toda clase de perversiones sonoras. Los necesarios aunque escasos momentos de tregua se esparcen entre las piezas instrumentales, que ocupan la mayor parte del segundo CD. Se trata además de un disco bastante personal: "Death Requiem" es el particular "My Way" de Austin, aunque no creo que jamás lo vayamos a escuchar en un ascensor.
Las canciones de duración normal no se hicieron para este dúo de guitarra y batería. Así, si hace unos años metieron en un EP ¡99 en 13 minutos!, con OV se han lanzado a componer una pieza de 45 minutos marcada por el minimalismo. Lo cual quiere decir que es muy, muy repetitiva. Los detractores de este álbum dicen cosas como "menudo bodrio, la guitarra repite las mismas tres notas durante diecisiete minutos". Y bueno, esa es una forma de verlo. A esas alturas, yo ya me he perdido en este torbellino de virtuosismo, tan absurdo que adquiere un nuevo grado de trascendencia. Mick Barr tortura los registros más agudos de su guitarra hasta que la vertiginosa sucesión de notas resuena en los oídos como un coro de gaviotas asesinas. Toda una prueba maratoniana de resistencia física y mental: si, como da la sensación, los chicos de Orthrelm grabaron este disco de una tacada, debieron de caer rendidos justo después.
Admitamos como hipótesis de trabajo que la composición musical consiste, en parte, en explorar las posibilidades de cada instrumento. De esto sabían mucho los clásicos, que necesitaban conocer, por ejemplo, los mecanismos de funcionamiento de las partes integrantes de una orquesta: de qué formas puede un violín articular una frase melódica, o los ciclos de respiración de los intérpretes de la sección de viento. Y por supuesto, el órgano, el contrabajo, el saxofón, todos tienen una sonoridad determinada.
Pero quizá las dos figuras que mejor están explotando este nuevo género aún por definir sean DJ Shadow y Amon Tobin. Su música es electrónica en el proceso, no en el resultado. Discos como Endtroducing... (1996) y canciones como "The Nasty" demuestran lo que se puede conseguir por esta vía, cuyos únicos límites residen en la destreza y la inventiva de cada cual.